viernes, 22 de julio de 2011

EVANGELIZACIÓN y RELIGIOSIDAD


Existe poca información  sobre la religiosidad de los primeros habitantes de la costa de Paposo,  sólo aquellos trabajos arqueológicos que asociaron  sus creencias en torno a la naturaleza. Sus entierros entregan algunas directrices que permiten obtener algunas conclusiones. La posición de sus cuerpos y las herramientas que utilizaron en el diario vivir, el análisis de  sus ajuares funerarios  indicarían la creencia de la vida después de la muerte.
Fueron considerados como “incivilizados”, infieles y un sin número de calificativos despectivos en el período de la Colonia, por el sólo hecho de no estar bautizados, casados o tener una creencia diferente heredada de sus antepasados basada en la veneración y respeto a la naturaleza.
Hacia el año 1757 el Obispo Alday comienza la evangelización buscando la “salvación de sus almas”, sabiendo que la principal actividad de los habitantes de Paposo era la pesca, Alday fija la entrega de cuotas obligatorias de pescado que van en beneficio de la parroquia de Caldera, sumándose a otras medidas abusivas que adoptaban los terratenientes de la costa, dejando cada día más arruinada la población. Este sistema funcionó por décadas. En el año 1789,  una visita del Capitán General del Reino, don Ambrosio O'Higgins al puerto de Caldera, esta ocasión fue aprovechada por la comisión dirigida por el Señor Félix Zuleta para exponer los problemas que aquejaban a los pescadores de Paposo. Resultando con el decreto que autorizó la fundación del pueblo de Paposo.
Al año siguiente, el Capitán de la fragata “Castor”, José de Moraleda y Montero  traía “las maderas y clavezón necesario; pero como es indispensable para ajustar las maderas i concluir todo el edificio un carpintero i talvez alguien oficial que le ayude suponiendo que no pueden faltar en esa villa, tratará  con un buen profesor de ese oficio lo que deba satisfacérsele por su trabajo en el supuesto de que las maderas van labradas pero no lleva aún los encajes i demás ajustes para su trabazón” Así está escrito en una carta enviada al Subdelegado de Copiapó, con fecha 16 de diciembre de 1798.  El templo se construyó en un altillo de dos aguas y sobre un encatrado la campana, sus dimensiones son de 10 metros de largo por 5 metros aproximadamente, con una dependencia o sacristía lindante de 3 metros por lado, lugar ocupado para guardar los implementos necesarios para la misa, construida con buena madera, en un comienzo el techo estuvo cubierto con pajas luego de madera en donde podía escurrir las aguas de las escasas lluvias y proteger a María Santísima que velaba por los desamparados.
Andreu trabajó incesantemente en las sesenta leguas con las habitantes de la costa para cumplir su objetivo. Niños, mujeres y hombre fueron testigos y protagonistas de su obra catequista, permitiéndolo obtener el título de “Príncipe de la iglesia”. Luchando por convertir a la fe católica a los habitantes de la costa y defendiendo los ideales de emancipación del país, sin embargo fue descubierto, encadenado y deportado a España, donde murió en 1819.

En el año 1840, un grupo de sacerdotes se ofrecen para misionar en Paposo, a la cabeza don Rafael Valdivieso, Joaquín Vera como capellán militar y don José Víctor Eyzaguirre. El Arzobispo de Santiago y el presidente de la República toman con gusto la noticia, éste último poniendo a disposición un buque de la armada y todo el apoyo que se pueda entregar.  En una goleta de guerra, la Yanequeo emprendieron viaje dos días demoraron en llegar a Paposo.  alojados en dichas casas lo mejor que se pudo, y a penas se comunicó el aviso de nuestra llegada, cuando todos aquellos habitantes vinieron presurosos a formar a manera de un pueblo cerca del recinto de nuestra habitación, trayendo consigo hasta los rebaños de su ganado. De este modo pudimos con facilidad catequizar a los que ignoraban los rudimentos de la fe y administrar a todos los sacramentos que necesitaban y tuvimos la satisfacción de encontrar en ellos una docilidad humilde, siendo testigos de las demostraciones de ternura con que recibían los socorros de la religión, después de tantos años que se hallaban privados hasta de la visita de sacerdotes” (Matte, 1981: 57)

Hoy en día  la gente de la costa mantiene su carácter y la costumbre de agasajar al foráneo, en la actualidad como forma de agradecimiento se entrega pescado o mariscos a quienes dirigen alguna institución religiosa. Si bien en sus inicios esto fue un diezmo obligatorio hoy en día se hace de manera voluntaria.

No obstante, a la irrupción de la fe cristiana en el mundo chango, el pueblo y sus habitantes del área costera mantienen sus rituales mágicos, ceremonias y manifestaciones, culticas religiosas, las que han aportado a este rico imaginario de supersticiones y tradición cultural ancestral, tanto en el mundo pesquero como minero: ejemplo de ello es mantener colgado en las manos de San Pedro, patrono de los pescadores, una sarta de congrios  para pedir los favores de una buena pesca, paseándolo por la playa con vistosos adornos en las distintas embarcaciones de la caleta, desde la orilla, bailes y cantos adoran a su patrono. En cambio San Lorenzo, el patrono de los mineros debe ser insultado con el fin de aumentar la producción o subir las leyes del mineral, estas manifestaciones de sincretismo religioso permitieron que los santos de la iglesia fueran envestidos y adoptaran la personalidad de deidades locales. 

La medicina popular no está ajena en la sanación de dolencias, incorporando el ritual como parte importante del acto de sanación. La señora Nolvia Salas, residente de la rinconada de Paposo, indica que a sus hijos “los mejora con sahumerio de nido de colibrí o diuca”, cada ave cura males específicos, actuando como intermediario entre la dolencia y el enfermo para que ésta desaparezca, la naturaleza y las experiencias de las personas de más edad mantienen vivas estas tradiciones, traspasándolas a nuevas generaciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario